Un grupo de ganaderos, artesanos charcuteros y salazoneros, apoyados por asesores técnicos, han aceptado colectivamente el reto de organizar el renacer del cerdo Noir de Bigorre. En 1981, quedaban unicamente treinta y cuatro cerdas y dos machos, en veinte ganaderías, situadas en el territorio de la provincia de Altos Pirineos. Los últimos cerdos de pura raza han resistido así, en su cuna natural e histórica al pie del Pirineo central, donde su huella está demostrada desde tiempos inmemoriales.
Demasiado graso, demasiado lento, inadaptado a las condiciones de cría intensiva y a las normas del consumo industrial, no se correspondía con el modelo económico predominante.
Hoy en día, después de más de treinta años de esfuerzos y de resistencia frente a su desaparición programada, el Cerdo Noir de Bigorre recupera un lugar emblemático en su tierra de origen. Hacer de la grasa una ventaja y de la valorización del gusto el muelle de su renacimiento, es rendir homenaje a la historia del Cerdo Noir de Bigorre y a los ganaderos que lo criaron desde la noche de los tiempos en su medio natural.